Es cierto que Extremadura está de moda. El reconocimiento no es sólo interior sino exterior. La revista Lonely Planet la ha incluido dentro de sus destinos singulares. Pero también en España nos estamos haciendo eco de sus maravillas naturales. El haber sido un lugar abandonado por la industrialización del pasado siglo XX la ha convertido en uno de los últimos paraisos naturales de Europa. El respeto y la integración armoniosa de Hombre y Naturaleza la revisten de una singularidad a mano, especialmente bien comunicada, desde Madrid.
La Unesco está decidida a revalorizar un espacio de singularidad paisajística -geológica- de Extremadura y emblemática del relieve apalachense -erosión cuarcitas y pizarras- que para nada tiene que envidiar a la cadena montañosa del este de EE.UU. denominada así, Los Apalaches. Dentro de este espacio adquiere especial significación el pico Villuercas, del cual se pretende rescatar todo el territorio, hasta hace casi dos décadas reservado como espacio militar de comunicaciones.